Si nuestro problema actual es la falta de comunicación, ahora se ve aumentado por los conflictos derivados por la crisis económica por la que estamos sobreviviendo.
Son múltiples los conflictos familiares y los enfrentamientos entre parejas, derivados de un clima de frustración e insatisfacción derivados de la sobre explotación en el trabajo, la reducción de jornadas obligadas o los despidos improcedentes.
Las familias ven cada día reducido más su presupuesto y también sus aspiraciones de "calidad de vida", por lo que les lleva a aumentar más la desgana, el desánimo y la falta de comunicación.
Ya no hablamos y cuando lo hacemos es de la peor forma posible.
Por lo que lamentablemente, nuestros hijos están sometidos a una fuente continua de tensiones, donde los especialistas observamos alarmados el índice tan alto de crisis de ansiedad en los niños. Y la reproducción de comportamientos violentos de sus principales modelos, los padres.
Como mediadores aún tenemos que unir más nuestras fuerzas por diseñar programas que nos ayuden a mayores y a pequeños a comunicarnos más y mejor, porque en época de crisis todavía se vuelve más necesario.
Elena Baixauli
17 noviembre 2009
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